Santa Isabel de Hungría curando a los niños tiñosos

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Pablo Campos Macías

Resumen


Santa Isabel de Hungría curando a los niños tiñosos es un cuadro realizado en 1672 por el pintor español Bartolomé Esteban Murillo, por encargo de Miguel de Mañara, para la decoración de la iglesia de San Jorge del Hospital de la Hermandad de la Caridad de Sevilla. Tiene dimensiones de 3.25 x 2.45 metros y está situado actualmente, después de numerosos traslados, en el mismo lugar en el que fue colocado originalmente, en un retablo marco del citado templo.

Santa Isabel nació en 1207, hija del rey Andrés II de Hungría; su madre, Gertrudis, era hermana de la religiosa que posteriormente sería conocida como Santa Eduviges de Silesia. En 1221 Isabel se casó con el landgrave Luis de Turingia-Hesse, quien falleció en septiembre de 1227, pocos días después nació su hija Gertrudis de Altenberg, que ingresó al claustro de las religiosas premonstratenses y tuvo una vida ascética, siendo beatificada en 1311. Para Isabel, el principio y fundamento de su vida fue el servicio a los más necesitados. Ordenó la construcción de un hospital en la ciudad de Marburgo, en el que ella misma atendía a los enfermos. Posteriormente ingresó en la orden terciaria franciscana; falleció muy joven, a los 24 años, convirtiéndose en un símbolo de la caridad cristiana y en 1235 fue canonizada por el papa Gregorio IX, su culto se extendió rápidamente.

En el lienzo se observa a Santa Isabel de Hungría ayudada por unas damas (Figura 1), vertiendo agua sobre la cabeza de un niño. Una de sus acompañantes, elegantemente vestida, sostiene una jofaina, otra una charola con diversos apósitos y una taza seguramente con algún ungüento, en medio de ellas el rostro de una mujer adulta, con anteojos. Murillo en esta representación hace evidente la opción que Isabel tuvo por los pobres y los enfermos; abajo a la izquierda y a la derecha se encuentran dos hombres enfermos con vestimentas andrajosas, el primero sentado en el piso, con un vendaje en la cabeza, descubriéndose la pierna derecha, el segundo, encorvado y portando un bastón, evidenciando problemas para deambular. Al centro de la pintura Isabel, con una vestimenta sugerente de un hábito y un velo blanco, porta una corona con un tenue halo luminoso a su alrededor, simbolizando más que un estatus de nobleza, el ser una reina celestial. Su mirada está fija en una mujer de aspecto humilde, que sentada en una grada y sosteniendo una vara en la mano izquierda, observa piadosamente la escena. Dos jóvenes completan el cuadro (Figura 2), ambos con un ropaje raído, con lesiones en la piel cabelluda, con aspecto de áreas alopécicas, a uno de ellos es a quien la Santa le realiza una curación de sus lesiones, el otro, esperando su turno, parece rascarse la piel cabelluda. La escena se desarrolla sobre el fondo de una arquitectura monumental y está bañada por una luz que permite observar todos los detalles de los personajes. Bajo el pórtico situado a la derecha y en un plano posterior, puede contemplarse una segunda escena en la que también se representa a Isabel, pero esta vez en el acto de dar de comer a los hambrientos.

Existen numerosas pinturas que muestran a Santa Isabel atendiendo a enfermos. Esta obra tiene la particularidad de que dos de los personajes son niños con lesiones en la piel cabelluda, que podemos inferir que es una tinea capitis (tiña de la cabeza), muy frecuente en la época en que se realizó el lienzo.

La tiña de la cabeza forma parte de las micosis superficiales causadas por dermatofitosis, descritas por los griegos y los romanos; los primeros le llamaron herpes por su forma circular (en la tinea corporis), los segundos tinea que significa “larva” o “polilla”, seguramente por su aspecto en la piel cabelluda. Hoy sabemos que las especies más frecuentes son Trichophyton tonsuras y Microsporum canis. Desconocemos la incidencia de esta enfermedad en el siglo XIII en Hungría, se tiene conocimiento de su alta frecuencia en la Europa posfeudal, representando en ocasiones un verdadero problema de salud pública. Hay testimonios escritos de cómo Robert Remak en 1834 y David Gruby en 1841 lograron aislar y cultivar por primera vez uno de los agentes causales; existen también testimonios artísticos en los que manos prodigiosas evidenciaron con los pinceles la presencia de la dermatosis en su época. Francisco José de Goya en La boda (1782) y en Muchachos trepando al árbol (1791-1792), ambas en el Museo del Prado de Madrid, representó escenas por demás cotidianas, con múltiples personajes, entre ellos niños con lesiones en la piel cabelluda, compatibles con tinea capitis. En 1853 Isidore Pils, pintor francés, realizó un óleo sobre lienzo que se encuentra en el Musée de l’Assistance Publique des Hôpitaux de París, Francia, La oración de los niños tiñosos, en él se observan dos religiosas haciendo oración con 11 niños, algunos con evidencia de lesiones en la piel cabelluda, la mayoría usando turbantes para cubrirlas.

Santa Isabel de Hungría curando a los niños tiñosos forma parte de un grupo de lienzos que se le encargó al pintor para desarrollar un programa iconográfico relacionado con las obras de misericordia y el ejercicio de la caridad, con objeto de señalar a los miembros de la Hermandad de la Santa Caridad, radicada en esta iglesia, el camino que debían seguir en la Tierra para alcanzar la salvación eterna. Murillo, para evidenciar el servicio que Santa Isabel proporcionaba a los enfermos, presenta a niños con tinea capitis, por ser un padecimiento que le era familiar observar en su época.

Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla el 1 de enero de 1618, fue un pintor barroco español. Personalidad central de la escuela sevillana, con elevado número de discípulos y seguidores que llevaron su influencia hasta bien entrado el siglo XVIII, fue también el pintor español mejor conocido y más apreciado fuera de España. Condicionado por la clientela, el grueso de su producción está formado por obras de carácter religioso con destino a iglesias y conventos sevillanos, a diferencia de otros grandes maestros españoles de su tiempo. Tras la serie del Hospital de la Caridad, espléndidamente pagada, Murillo no recibió nuevos encargos de esa envergadura. Falleció a los 64 años de edad el 3 de abril de 1682.


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Arte