La literatura como instrumento pedagógico en la enseñanza de la Dermatología

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Víctor Otero Marrugo

Abstract

Con el propósito de hacer la práctica médica más terrenal, las humanidades médicas fueron introducidas en el decenio de 1960 como reacción a la deshumanización que trajo la puesta en práctica de los ensayos clínicos, formando parte de lo que se denominó “bioética y humanidades”, en la que también se incluyeron la Filosofía, la Historia y la Literatura.1


Para la Medicina existen dos puntos de las humanidades que son decisivos: la compasión y la dignidad humana. De ahí la importancia de la actitud del médico en la relación con el enfermo, puesto que se fundamenta en el bagaje humanista del mismo, lo que redundaría en una mejor comprensión e interrelación con su semejante que se encuentra en un estado de necesidad.


La lectura es imprescindible en la formación de una persona como médico y más aún el hábito de la lectura. Desafortunadamente, los datos al respecto para los colombianos no son los mejores. El índice de lectura es de 2.7 libros (Forbes, 2020) a 5.1 (DANE, 2023) por año.


Estos precedentes constituyen un reto para quienes se dedican a la docencia en el área de las ciencias de la salud porque deben lidiar con los obstáculos que han debido ser enfrentados años antes, pero no ha sido así, de tal forma que toca, sobre la marcha, tratar de llenar ese vacío antes de finalizar el periodo de estudios.


Queremos entonces proponer una estrategia que permita iniciar o incentivar el ánimo por la lectura y de paso por la literatura, a sabiendas de lo enriquecedora que es ésta en el campo de las humanidades, pero, a la vez, entablar una conexión con la práctica médica de forma tal que se abra un pasaje que permita transcurrir paralelamente en un sendero más humano y amoroso al momento de ejercerla.


Podemos usar para nuestro propósito diferentes géneros literarios, como el cuento, microcuentos, microrrelatos, poesía, aforismos, etc.


Iniciamos con dos microrrelatos de la argentina Ana María Shua:


Náufragos


¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado para a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.


Sea éste un buen ejemplo para ilustrar la importancia de tener pleno conocimiento de la terminología médica para cuando nos comuniquemos con los colegas, ya sea en la interrelación diaria en hospitales o al momento de dictar una charla o conferencia. De igual manera, para cuando nos corresponda hablarle al paciente en cuyo caso se proscribiría este lenguaje y recurriría a uno más sencillo que no incluya esa terminología.


Filtro de amor por Ana María Shua:


Para hacerse querer, machacar en un mortero de plomo diez ojos de murciélago y una cabeza de mamba fresca hasta reducirlas a una pasta. Incorporar lentamente quince dientes de ajo crudo y disolver en bencina. Cuando la persona amada beba este filtro, le crecerá de inmediato el labio superior hasta colgar por debajo de la barbilla, sus ojos perderán color, adquiriendo un aspecto protuberante, la nariz se le achatará a la manera de los cerdos, la columna vertebral, combada, formará una joroba, las articulaciones de las manos le quedarán rígidas y deformes, se le ennegrecerán los dientes y se enamorará perdidamente de usted.


Aquí podríamos colegir dos enseñanzas: existen medicamentos con muchos efectos secundarios, por lo que hay que informar y seleccionar bien al paciente, insistiéndole en los beneficios al correr ese riesgo y un llamado de atención para ejemplificar las posibles consecuencias de la automedicación.


Traspaso de los sueños de Ramón Gómez de la Serna:


De pronto dejó de tener pesadillas y se sintió aliviado, pues habían llegado ya a ser una proyección obsedante que provoca una obsesión en las paredes de su alcoba.


Descansado y tranquilo en su sillón de lectura, el criado le anunció que quería verlo el señor de arriba. Como para la visita de un vecino no debe haber dilaciones que valgan, lo hizo pasar y escuchó su incumbencia:


–Vengo porque me ha traspasado usted sus sueños.


–¿Y en qué lo ha podido notar?


–Como vecinos antiguos que somos, sé sus costumbres, sus manías y sobre todo sé su nombre, el nombre titular de los sueños que me agobian a mí, que no solía soñar… Aparecen paisajes, señoras, niños con los que nunca tuve que ver…


–Pero ¿cómo ha podido pasar eso?


–Indudablemente como los sueños suben hacia arriba como el humo, han ascendido a mi alcoba, que está encima de la suya…


–¿Y qué cree usted que podemos hacer?


–Pues cambiar de piso por unos días y ver si se vuelven a usted sus sueños…


Le pareció justo, cambiaron, y a los pocos días los sueños habían vuelto a su legítimo dueño.


La importancia de concertar con el paciente la posibilidad del tratamiento, buscando lograr la mejor empatía y colaboración para lograr mejores resultados.


El juramento del cautivo (de Las mil y una noches):


El genio dijo al pescador que lo había sacado de la botella de cobre amarillo:


Soy uno de los genios heréticos y me rebelé contra Salomón, hijo de David (¡que sobre los dos haya paz!).


Fui derrotado; Salomón hijo de David me ordenó que abrazara la fe de Dios y que obedeciera sus órdenes. Rehusé; el Rey me encerró en ese recipiente de cobre y estampó en la tapa el nombre muy alto, y ordenó a los genios sumisos que me arrojaran en el centro del mar. Dije en mi corazón: a quien me dé la libertad lo enriqueceré para siempre. Pero un siglo entero pasó y nadie me dio la libertad. Entonces dije en mi corazón: a quien me dé la libertad le revelaré todas las artes mágicas de la tierra.


Pero cuatrocientos años pasaron y seguía en el fondo del mar. Dije entonces: a quien me dé la libertad yo le otorgaré tres deseos. Pero novecientos años pasaron. Entonces, desesperado, juré por el Nombre Muy Alto: a quien me dé la libertad yo lo mataré.


Prepárate a morir, ¡Oh mi salvador!


La relevancia de iniciar los tratamientos a tiempo o en el momento más oportuno del padecimiento.


La buena buena conciencia por Augusto Monterroso:


En el centro de la selva existió hace mucho una extravagante familia de plantas carnívoras que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir conciencia de su extraña costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones que el buen Céfiro les traía de todos los rumbos de la ciudad.


Sensibles a la crítica, poco a poco fueron cobrando repugnancia a la carne, hasta que llegó el momento en que no sólo la repudiaron en el sentido figurado, o sea el sexual, sino que por último se negaron a comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les producía náuseas. Entonces decidieron volverse vegetarianas.


A partir de ese día, se comen únicamente unas a otras y viven tranquilas, olvidadas de su infame pasado.


En ocasiones las decisiones pueden parecer las mejores, pero a la larga resultan contraproducentes. Es bueno recordar la máxima médica de, ante todo, no hacer más daño que el que ya propicia la enfermedad.


El adivino por Jorge Luis Borges:


En Sumatra alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que será reprobado…


Cuando nuestra equivocación es a favor del paciente. Predecimos un tiempo determinado de mejoría o recuperación total y ésta se da antes de lo predicho.


“Cuando escuches el ruido de los cascos, piensa en caballos, no en cebras”.


Para recalcar que siempre es mejor pensar en los diagnósticos más frecuentes que en una enfermedad menos común. Hay más probabilidad de que así sea.


Ingenuo por Carlos Monsiváis:


–Y fuera de esto, señora Lincoln, ¿disfrutó usted de la pieza?


La prudencia es una cualidad que no debemos olvidar. La vamos a necesitar en muchas situaciones de nuestro ejercicio.


Confesión del vampiro inmunodeficiente de Antonio Muñoz Molina:


Al comprobar que el crucifijo era inútil, esgrimió ante mí, también en vano, un certificado médico.


Es necesario analizar la información con que contamos para llegar a sabias conclusiones. Igualmente, este microcuento da pie a muchos puntos de vistas sobre un mismo problema.


Proverbio chino:


El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.


No te arriesgues si no tienes la experiencia suficiente.


También la poesía, en la que concisamente se resaltan características importantes de una dermatosis, nos permite recurrir a la memoria para acordarnos de ella, como en este ejemplo de mi colega Adolfo Gómez Agámez:


Cromomicosis


Cromomicosis alguien la llamó


Cromoblasto otro le agregó


de Fonseca la señaló alguno


y de primero Pedroso la vio.


Placa verrugosa es su forma


mas se puede confundir,


pigmentados son los hongos


que la pueden producir.


Redondos y pigmentados


en la dermis has de hallar


como monedas de cobre


a los cuerpos de Medlar.


Anfotericina se ha usado


sistémica e intralesional


sin el problema acabar.


Otros emplean los azólicos,


también la criocirugía y suman


los antibióticos si se llegare a infectar.


Finalmente, estos dos últimos se prestan mucho para una comprensión de lectura.


Telegrama de Marco Denevi:


La operación resultó bien. Tu padre ya no existe.


Telegrama de Juan José Arreola:


En el hospital. Resultado de análisis. Es niño y benigno.


Sin duda estos mismos ejemplos se prestan para otras interpretaciones que irían aflorando cada vez que se expongan a diferentes grupos de estudiantes, de la misma manera que hay muchísimas figuras literarias que servirían para más ejercicios de este tipo.

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