La derma moderna
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Abstract
Nunca en la historia de la humanidad estuvimos tan cerca de la extinción, nos aproximamos a ella como si no importara nada mientras no nos toque a nosotros; la tratamos como asunto lejano, de futuras generaciones.
En el catálogo de enfermedades de la medicina occidental no habían estado antes la soledad ni la ansiedad climática. Son situaciones relativamente nuevas; forman parte de un mal social que afecta a todo el planeta, excepto a los cada vez más escasos pueblos ancestrales que aún conservan raíces y tradiciones, con redes familiares y comunitarias que les dan cohesión.
El individualismo de las grandes urbes ha convertido al ciudadano en consumidor, número de cuenta, contribuyente fiscal, emisor de datos para alimentar a la gran maquinaria del mundo digital; ha provocado una fragmentación social, un “sálvese quien pueda” que no es ajeno al gremio de la dermatología.
Nos dividimos en las geografías, las escuelas, los clubes, las preferencias y las personalidades.
La observación crítica de que la medicina se ha deshumanizado, que ha perdido su sentido de apostolado y vocación, es quizá muy dura pero bien merecida.
¿Qué podemos hacer en el ámbito que nos corresponde para poner nuestro grano de arena?
Una de las posibles respuestas se encuentra en el sentido de unidad como gremio.
Hacer a un lado el individualismo y el sectarismo. Dejar atrás la falsa dicotomía entre la derma clínica y la cosmética, pues al final, una piel sana es fundamentalmente una piel bella.
Un derma recién egresado enfrenta grandes desafíos y también oportunidades de desarrollo profesional; la inteligencia artificial, por ejemplo, representa, según la opinión de algunos grandes pensadores contemporáneos, uno de los fenómenos de mayor trascendencia para la humanidad. No podemos negarla ni tampoco adoptarla ciegamente, hay que tomar lo útil y evitar lo nefasto.
Vale la pena reflexionar; enfrentemos el futuro unidos como gremio o nos seguiremos fragmentando, mantener nuestra identidad derma, incluyendo a la nueva ola cosmética y tecnificada o rechazar la realidad y nos refugiamos en nuestra ínsula purista. Me queda claro que nos toca ser incluyentes en la diversidad. El reto está frente a nuestros ojos, nos mira en el espejo. ¿Cómo responderemos?
Invito a todos mis colegas a entrar con honestidad a la reflexión, al debate de ésta y otras ideas que nos nutran en beneficio de la sociedad, de nuestra práctica profesional y de nuestros pacientes. Esta revista, por ejemplo, necesita colaboradores, revisores, colegas interesados en promover el orgullo derma.
La Sociedad Mexicana de Dermatología te invita a hacer juntos una mejor derma.
Yo soy orgullosamente derma. ¿Y tú?