Madre groenlandesa

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Eduardo Corona Rodarte

Abstract





 


A través de la historia cultural, el pelo y las maneras de peinarlo han tenido un significado e implicaciones más complejas que las simples caracterizaciones estéticas y su posible función como protección ante los climas adversos. La forma de peinarlo es un rasgo cultural constituido de las diversas prácticas de grupos étnicos; como muestra singular de esta cuestión sintomática, nos centraremos en revisar un retrato que ejemplifica claramente la relación entre prácticas culturales y una forma particular de alopecia.


Madre groenlandesa es un retrato de tipo realista realizado por W Langdon Kihn, publicado en 1949 para la revista National Geographic.1 En esta obra, el autor pretende inmortalizar un momento especial, quizá un festejo, donde vemos a una madre Inuit con un niño en brazos muy orgullosa y bien ataviada. Resalta el peinado acicalado y recogido con fuerza de la mujer, adornada con aretes. Salta a la vista la ausencia de pelo a nivel de la implantación pilosa fronto-temporo-periauricular. En sus manos fuertes y trabajadoras, resaltan valores de la cultura Inuit donde lo más valioso es el servicio y entrega a la comunidad. La madre porta un suéter llamativo rojo, usado por gran parte de la tribu. Vemos cómo nos presenta a su hijo, el ser en quien deposita su trascendencia. El infante está envuelto en pieles de animales que lo mantienen caliente y abrigado del extremoso y gélido clima.


También vemos a la figura masculina en rol paterno caracterizado con un modesto comportamiento. En la escena, él está fumando una pipa, posiblemente como signo de estatus. A pesar de su rol secundario en la disposición pictórica, vemos cómo el padre no necesita un mayor papel, pues en la cultura Inuit retratada es el hombre cisgénero quien sostiene y cuida a su familia. Finalmente, al fondo vemos el paisaje que refleja la tranquilidad heredada; aquélla que para muchos podría considerarse hostil.


Si observamos cuidadosamente esta imagen, seremos invitados a pensar cómo el pelo influye en nuestras prácticas culturales; éste proyecta en ocasiones nuestros hábitos y rasgos de personalidad. El pelo implica connotaciones raciales, étnicas y culturales; es mucho más complejo que un corte o una moda, ya que expresa no sólo la individualidad, sino también una identidad comunitaria. Para algunos será íntimo, aunque por lo general es público y a su vez político. El pelo es importante para muchas religiones y considerado sagrado para muchas culturas. Su color y forma nos dan pistas sobre el origen y nacionalidad de un individuo; no importa cuánto lo cambiamos, su material genético siempre nos dirá quiénes somos.


En el retrato Madre groenlandesa vemos una clara muestra de alopecia por tracción, definida como la pérdida de pelo secundaria a la tensión prolongada o repetitiva sobre los folículos pilosos.2 Es un padecimiento adquirido, muchas veces influenciado por hábitos o normas socioculturales. Fue descrita por primera vez en 1907 por el dermatólogo austriaco Trebitsch durante un viaje a Groenlandia en mujeres que se peinaban con coleta, motivo por el cual la llamó “alopecia groenlandesa”. Tiene prevalencia mayor en mujeres de ascendencia africana, incluyendo niñas, debido tanto a las características mecánicas del folículo piloso curvo como a las prácticas culturales.3,4


La alopecia por tracción es una enfermedad frecuente en la piel cabelluda, que en muchas ocasiones pasa inadvertida; se manifiesta clínicamente de acuerdo con el estadio de la enfermedad y con el tipo de tracción que se ha expuesto el folículo piloso, adoptando muchas veces formas peculiares siguiendo el estilo de peinado o encontrándose en sitios donde se han utilizado artefactos que generan tensión al folículo piloso (cofias, pinzas, diademas, cascos u otros).5 Al examen tricoscópico es posible apreciar reducción en la densidad capilar, ausencia de aperturas foliculares, pelos vellosos, pelos rotos, puntos negros y cilindros foliculares. La pilotracción es clásicamente negativa y la existencia de vainas de queratina o peripilares se considera un signo de actividad de la enfermedad, sin ser específico.6


En la obra de Langdon Kihn se retrata el cabello-peinado como hábito que es adoptado por muchas culturas y que se modifica con el tiempo. En este sentido, las modas, las ocupaciones e incluso el medio de transporte (por ejemplo, en el caso de motociclistas por el uso de casco) pueden ser factores de riesgo de este tipo de alopecia. El diagnóstico y manejo temprano son imperativos para evitar alopecia permanente.


Wilfred Langdon Kihn (1898-1957) fue un artista especializado en retratos de nativos americanos. Langdon nació en Brooklyn, Nueva York; atendió la Liga de Estudiantes de Nueva York bajo la tutela de Homer Boss y Winold Reiss. Su trabajo fue reconocido por su estudio preciso de la fisionomía de los personajes que ilustraban sus retratos. Preocupado por la rápida desaparición de las culturas nativas de Norteamérica, se dedicó al estudio de éstas. Su trabajo fue comisionado por la revista National Geographic como proyecto de investigación y duró cerca de dos décadas. Realizó expediciones desde el Ártico hasta la frontera con México para efectuar representaciones pictóricas acerca de la vida, historia y costumbres de las diversas comunidades originarias, lo cual derivó en numerosas ilustraciones, dibujos y retratos que contribuyeron al conocimiento de la riqueza de diversas tribus.


En esta obra magistral, W Langdon Kihn resalta lo más importante: los valores culturales preservados por las familias Inuit. En este sentido, el adjetivo Inuit, traducible como “la gente”, adquiere un valor especial al referirse a los diversos pueblos que habitan en las regiones del ártico en Norteamérica. Langdon falleció en Connecticut el 12 de diciembre de 1957 posterior a una enfermedad breve. Sus obras se encuentran en una colección permanente en el museo McCord en Montreal y en el Centro de Arte Davison en la Universidad Wesleyan en Connecticut, entre otros.


Si hemos escrito este trabajo desde la medicina y la historia del arte es porque confiamos en que el diálogo disciplinar nos permitirá cuidar tanto de las imágenes que nos constituyen como del cuerpo como sistema que genera y, a su vez, es capaz de generar las imágenes que dan forma a la cultura. Así, ciencias de la salud y ciencias de la cultura forman parte de una misma comunidad encargada de preservar la vida.


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Arte