Doctora Ángela Restrepo Moreno 1931-2022
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Abstract
El 3 de febrero de 2022 despedimos con profunda tristeza a la doctora Ángela Restrepo Moreno, “la Doctora” como la llamábamos con todo respeto, cariño y admiración todos sus alumnos, colegas, contemporáneos. La importancia de la obra científica, académica, pedagógica y humana de la doctora Ángela Restrepo y su legado la hacen una de las principales figuras de la historia de la ciencia en Colombia y sus contribuciones a la micología médica la hacen una pionera y un referente en Latinoamérica y a nivel mundial.
La doctora Restrepo nació en Medellín en 1931 y desde muy pequeña, su curiosidad de saber sobre los pequeños microorganismos que causaban enfermedades y que se podían observar con el microscopio que tenía su abuelo decidió hacer de la ciencia el eje de su vida. Al terminar el bachillerato, formó parte de la primera promoción de técnicas de laboratorio clínico del Colegio Mayor de Antioquia en 1954. Su práctica profesional la hizo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, facultad a la que ingresó luego de graduarse como técnica de laboratorio. Entre 1958 y 1960 realizó una Maestría en Ciencias en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos) y, al regresar a la Universidad de Antioquia, fundó el Laboratorio de Micología Médica en el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina. Su inquietud por la investigación la llevó a regresar a la Universidad de Tulane para complementar su formación y obtener su doctorado en 1965. A su regreso a la Universidad de Antioquia, se integró de nuevo al Laboratorio de Micología Médica y rodeada de alumnos y profesores de varias disciplinas lo convirtió en un centro de referencia nacional para el diagnóstico, la investigación y la enseñanza de las enfermedades producidas por hongos. La doctora Restrepo estableció la línea de investigación sobre la paracoccidioidomicosis, causada por el hongo Paracoccidioides brasiliensis, una micosis a la que dedicó décadas de estudio en su amplia carrera profesional. Sus investigaciones, en colaboración con sus alumnos y con un grupo importante de profesores del área clínica y de ciencias básicas, incluyeron desde la descripción, en 1961, de los primeros casos en Colombia de esta micosis hasta aportes al conocimiento de la paracoccidioidomicosis en todos sus aspectos, epidemiológicos, etiológicos, patogénicos, diagnósticos y terapéuticos. Otra de las grandes contribuciones de la doctora Restrepo en la Universidad de Antioquia fue la creación, en asociación con los otros profesores del departamento de Microbiología y Parasitología, de la maestría en Microbiología Médica, donde tuvo la oportunidad de formar la primera generación de micólogos e investigadores profesionales del país y también contribuir a la formación de investigadores en otras áreas de la Microbiología mediante la coordinación del programa Latin American Professorship de la American Society for Microbiology (ASM). Con este programa se logró un importante intercambio de destacados microbiólogos estadounidenses y de jóvenes profesionales colombianos que posteriormente pudieron completar sus adiestramientos en prestigiosas universidades de Estados Unidos. La doctora Restrepo formó parte del cuerpo profesoral de la Universidad de Antioquia hasta 1976, cuando se retiró siendo profesora titular. Después de dos años como subdirectora del Laboratorio Departamental de Antioquia, se estableció definitivamente en la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), institución de la que fue cofundadora y su directora científica entre 1978 y 2015 hasta su retiro. La doctora Restrepo, en colaboración principalmente con el doctor William Rojas, logró hacer de la CIB uno de los principales centros de investigación biológica no sólo de Colombia, sino de Latinoamérica. En esta institución y rodeada de jóvenes estudiantes talentosos de diversas universidades y disciplinas, y congregando-trabajando cooperativamente con un gran número de profesionales reconocidos y expertos en diversos campos a nivel nacional e internacional, la doctora Restrepo continuó sus estudios sobre Paracoccidioides brasiliensis y la paracoccidioidomicosis. Sus investigaciones en la búsqueda del hábitat natural del hongo, las indagaciones sobre su biología y estructura molecular, sobre la respuesta inmunitaria en humanos y en animales de experimentación, el desarrollo de nuevos métodos diagnósticos y los estudios clínicos precursores utilizando distintos antimicóticos para el tratamiento, hicieron que la doctora Restrepo fuera reconocida como la gran experta a nivel nacional e internacional en esta micosis y que en su honor una variedad del hongo haya recibido recientemente el nombre de Paracoccidioides restrepiensis. Aunque la mayor parte de su trabajo se centró en la paracoccidioidomicosis, la doctora también hizo aportes destacados en el diagnóstico y estudio de otras infecciones micóticas y bacterianas y fue así como alcanzó la plenitud de su producción científica y gran reconocimiento durante los años de trabajo en la CIB. Su obra científica incluye más de 400 publicaciones nacionales e internacionales y está compuesta por artículos originales, revisiones, ensayos, más de 40 capítulos en libros y muchos de ellos en los más destacados libros de Medicina-Microbiología a nivel mundial. También fue editora de importantes libros que hoy son guía de estudiantes de pregrado y posgrado. A lo largo de sus más de 50 años de vida científica, recibió muchísimos reconocimientos, premios, distinciones y homenajes (más de 50) por parte de universidades, sociedades científicas nacionales e internacionales e instituciones públicas. Entre estos premios cabe destacar tres de ellos otorgados por importantes sociedades científicas internacionales y que ningún científico latinoamericano había recibido antes, el Lucille K George Award, otorgado por la Sociedad Internacional de Micología Médica y Animal (ISHAM, International Society for Human and Animal Mycology) en 1979, el Rodha Benham Award, otorgado por la Sociedad de Micología Médica de las Américas (Medical Mycology Society of the Americas) en 1990, y el Medical Mycology Medal, otorgado por la Sociedad Canadiense de Micología (Canadian Society of Mycology) en 1991. También dos títulos de Doctorado Honoris causa otorgados por la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1994, y la Universidad de Antioquia, Medellín en 1996.
La doctora Restrepo fue la única mujer que participó en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo creada por el gobierno nacional de Colombia entre 1992 y 1994 llamada también la Misión de los Sabios. Como aporte a la comisión realizó uno de sus grandes sueños, en el que trabajó también por décadas: el descubrimiento y promoción de jóvenes con talento para la investigación. En colaboración con un grupo de investigadores diseñó una encuesta para detectar las características de personalidad de investigadores exitosos, que luego fue aplicada entre los jóvenes de secundaria y primeros años universitarios. Un estudio de validación realizado 20 años después de aplicarse la primera de estas encuestas permitió demostrar el valor predictivo positivo de ese proceso, pues muchos de ellos ya eran investigadores destacados en instituciones nacionales y extranjeras.
La doctora, como miembro activo y honorario de importantes academias científicas colombianas, entre ellas la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y junto a un número importante de destacados investigadores locales y estableciendo una activa colaboración con el Parque Explora en Medellín, logró establecer una serie de actividades de difusión científica para la población general, pero, especialmente, para niños y jóvenes escolares de escasos recursos. La doctora Ángela Restrepo eligió la ciencia y la educación como centro de su vida. Durante toda su carrera científica y aun desde su retiro, formó cientos de jóvenes estudiantes en el campo de la micología y también apoyó a los de otras disciplinas afines. Sus alumnos hoy se desempeñan en instituciones en Colombia y en otros países, y llevarán siempre la huella imborrable de haber sido sus discípulos. Ella solía decir con mucho orgullo que sus alumnos eran sus mejores condecoraciones y que eran su familia. Los últimos años de su vida los consagró a seguir apoyando la Institución Educativa Ángela Restrepo Moreno, bautizada así en su honor, como jurado en las ferias de ciencia y se convirtió en la mentora e inspiradora continua de sus actividades semanales, incluso durante los dos años de la pandemia en la modalidad virtual, animando en los estudiantes el deseo de continuar sus estudios superiores.
La doctora Ángela era la mejor compañía, una mujer con grandes conocimientos de arte, literatura y música, humilde, generosa, de buen humor y una gran ciudadana con un inmenso amor por su patria. Su sensibilidad e inmensa calidez le permitían ser una compañía inigualable en todos los momentos, buenos o malos, siempre tenía un mensaje de estímulo, de apoyo, de cariño y de solidaridad para cada persona y en cada momento.
Por su majestuoso legado de ciencia y humanidad todos sus alumnos, colegas, compañeros de proyectos y contemporáneos y quienes tuvimos el privilegio y enorme fortuna de permanecer muy cercanos a ella manifestamos al unísono nuestra eterna gratitud, cariño y admiración por la gran científica, la maestra por excelencia y la mujer cálida y ejemplar que seguirá siendo inspiradora y modelo para las generaciones presentes y futuras.
Beatriz L Gómez
Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia
A la Dra. Ángela Restrepo
“Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos”
Gustav Jung
Siempre he pensado que nuestros grandes maestros llegan como un regalo y hay dos vías de cómo entran a la vida de uno, la primera es porque queda uno directamente como alumno en una clase al nivel que sea, sólo tiene que tener el buen “ojo clínico” de detectarlos, de seguirlos; hay algunos que impactan durante la clase, pero cuando uno sale de ésta, se van empequeñeciéndose, tomando el tamaño real, y a otros, como la Dra. Restrepo, les pasa lo contrario, cada día que pasa se hacen más grandes y siguen enseñando hasta el último día, hasta el último aliento. El segundo es el profesor que uno ve en un evento, en una conferencia, y uno mismo decide integrarlo a su vida. En mi caso particular eso sucedió con la Dra. Restrepo, la conocí con esa forma tan natural, dictando una conferencia con la enorme pasión que siempre le impregnaba, pero cubierta de una sencillez maravillosa. Fue en Adelaida, Australia, donde la vi cuando el ISHAM le hizo el reconocimiento más importante que da y el primero que ha sido para un latinoamericano. Así fue como tantos que la admiramos decidimos ser parte de ella, parte de su mundo, parte de su enseñanza, que buscamos hasta sus últimos días.
Tuvo un recorrido micológico muy importante en su natal Colombia, pero trascendió tanto que se volvió una de las voces micológicas más importantes de Latinoamérica y dama micológica del mundo. Por su posición geográfica su mayor dedicación fue para Paracoccidioides sp, que si uno recuerda muestra una célula madre rodeada de muchas células hijas, como la de un timón de barco, y así la vi siempre, como la gran madre que arrojó al mundo micológico a muchas gemas que a su vez se han multiplicado y han dado frutos a distintos niveles y formas. Independientemente de su legado escrito tan vasto como importante, lo que a mi juicio destaca es la creación de una escuela robusta de micología, la cual dará un sinnúmero de profesionistas e investigadores que, sin duda, como ella, sembrarán sus esporas como hongos que se han de multiplicar.
A pesar de su aparente retiro del mundo micológico, más por edad que por ganas, nunca dejó de leer, de actualizarse, de seguir impulsando desde su casa a todo quien le pedía ayuda. De hecho, en los últimos años y con la genial idea de la Dra. Beatriz Gómez (sin duda una de las alumnas más cercanas a ella), se organizó un curso anual desde su casa en Medellín, donde recibía a los estudiantes más cercanos y se trasmitía a través de la red, literalmente ella gozaba de la alegría de dar, de la alegría de compartir su enseñanza a los más jóvenes, de impulsarlos. Su casa, un remanso de paz para el sediento, lleno de aves que la visitaban todo el día, ella siempre preocupada por darles la fruta, la fresca agua, eso también es su legado, el de dar, dar hasta el final.
Ese es el recuerdo que quiere uno tener de los profesores, felices impartiendo su conocimiento, su legado. Con ella reconfirmo que la docencia sigue siendo un apostolado que pocos pueden ejercer. Con ella reconfirmo que debe agradecerse a la vida haberla tenido y por mucho tiempo. Con ella reconfirmo que ha quedado tatuada en nuestras mentes y que, sin duda, seguirá siendo un motor para que uno continúe.
Con mi permanente cariño y admiración a la Dra. Ángela.