María Antonieta en camino a su ejecución

Main Article Content

Eduardo Corona Rodarte

Abstract

María Antonieta en camino a su ejecución (Figura 1) es un cuadro pintado al óleo elaborado por François Flameng en 1885, que mide 252.6 x 158 cm y que se encuentra en el Museo de la Revolución Francesa en París, Francia. La escena de la obra se desarrolla a las afueras del Palacio de Justicia en París, mientras un convoy lleva a la archiduquesa a cumplir su sentencia. María Antonieta se distingue sin perder la compostura, completamente erguida mientras porta un vestido con mangas cortas y de color blanco, su cabello se aprecia cano cubierto por un gorro de mismos tonos. Transportada en un austero carruaje de madera, sin adornos o lujos a los que la reina de Francia acostumbraba, cuyo único asiento consiste en una tabla de madera colocada sobre un eje. A un costado le acompaña un sacerdote cabizbajo que sostiene una cruz con ambas manos y que porta indumentaria eclesiástica. A su alrededor se ve una multitud bulliciosa armada con instrumentos de la época, rudimentarios en su mayoría.

María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, conocida como María Antonieta de Austria, fue la archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia y Navarra. En 1770, a los 14 años, María Antonieta contrajo matrimonio con el rey Luis XVI de Francia, en un intento de estrechar la alianza Franco-Austriaca, naciones previamente rivales; sin embargo, opuesto a la finalidad del connubio, el nombre de la archiduquesa se asoció con la declinación de la autoridad moral de la monarquía francesa. Durante su reinado, la pareja atravesaría periodos turbios que llegarían a influir en la inconformidad del pueblo y el surgimiento de la Revolución Francesa.1

Si bien el origen de la Revolución Francesa sigue siendo motivo de debate, en general se considera que fue desencadenada por la interrelación de diversos eventos que condicionaron el descontento del pueblo francés. De entre ellos destaca la pobreza y la sustancial diferencia entre clases sociales; entre 1710 y 1800 la población de Francia se duplicó, convirtiéndose en 1789, con 26 millones de habitantes, en el país más poblado de Europa, lo que condicionó un incremento en la demanda de alimentos e insumos provocando un alza impresionante en los precios de éstos, propiciando revueltas e inquietud en la población. Las políticas económicas insuficientes realizadas por Luis XVI, así como el estrambótico estilo de vida de él y su esposa, habían dejado al país prácticamente en bancarrota. Como respuesta a la crisis económica, la monarquía estableció impuestos universales sin proveer alivio a las necesidades de la gente. Asimismo, el progreso en los conocimientos racionales y el perfeccionamiento e interés en la ciencia generó un movimiento conocido como La Ilustración, que inspiró profundos cambios culturales, sociales e intelectuales. El Tercer Estado, compuesto por campesinos, obreros, comerciantes y abogados, conformaría el 98% de la población francesa; sin embargo, su voto era aún superado por el 2% compuesto por el clero y la nobleza, lo que los llevaría a buscar una representación más equitativa.2

Durante este periodo turbulento, María Antonieta vivía de manera extravagante y se rumoraba que animaba a su esposo a resistirse a las reformas, siendo catalogada como una consejera “influyente y peligrosa”; ganándose gradualmente el desprecio del pueblo y convirtiéndose en el principal objetivo de los agitadores sociales. Detestada por la gente, fue acusada de decir la conocida frase “Qu’ils mangent de la brioche” (“que coman pastel”), ante el pueblo que solicitaba harina y trigo para preparar pan y alimentarse, mientras ella utilizaba harina para empolvar sus pelucas. La inconformidad y revueltas sociales incrementaron, orillando a la familia real a intentar escapar a Austria en 1791 disfrazados de una familia aristócrata rusa, donde fueron capturados por fuerzas revolucionarias y llevados de regreso a París. Finalmente, en 1793 fueron condenados por traición y 10 meses después de la ejecución de su marido, María Antonieta fue guillotinada el 16 de octubre del mismo año.3 La historia cuenta que su cabello, por la conmoción de haber recibido la sentencia de muerte, se tornaría blanco de la noche a la mañana.

En la representación de François Flameng se observa a María Antonieta llena de arrogancia, sin mostrar arrepentimiento alguno, junto al Padre Girard, párroco de Saint-Landry y párroco constitucional, quien la acompañó durante el camino hasta la Plaza de la Revolución (ahora Plaza de la Concordia) en caso de que la reina deseara confesarse previo a su ejecución, derecho que fue rechazado por ella misma. María Antonieta, a quien no se le permitió vestirse de negro por temor a que el color representativo de duelo pudiera excitar aún más a la multitud expectante, se observa vestida con un sencillo vestido blanco, color tradicional de las reinas viudas de Francia. A su alrededor, el pueblo de Francia ansía ferozmente su muerte. Frecuentemente se plasma a la archiduquesa como una mujer de edad avanzada, cuando en realidad, tenía apenas 38 años cuando fue sentenciada a muerte. Una vez decapitada, Charles-Henri Sanson, hijo del verdugo que ejecutó a su esposo 10 meses antes, tomó su cabeza canosa y la mostró a los espectadores exclamando “¡Viva la República!”. 

Se conoce como canities al proceso de decoloración blanquecina del pelo secundaria a la disminución de producción de pigmento por los melanocitos de la matriz que rodean la papila dérmica del folículo piloso, usualmente asociada con senescencia celular propia de la edad. Establecido como un fenómeno progresivo, al no haber disminución de incorporación de pigmento en todos los bulbos pilosos al mismo tiempo.4 La canities subita, también conocida como síndrome de María Antonieta, se refiere al encanecimiento súbito del pelo en un periodo corto, que puede ocurrir a cualquier edad según reportes en la bibliografía. La teoría fisiopatológica más aceptada hoy día establece que se debe a un episodio agudo de alopecia areata difusa donde existe una pérdida preferencial por los pelos pigmentados. La alopecia areata es una forma común, no cicatricial, de pérdida de pelo, probablemente secundaria a estímulos inmunomediados.5 Hace poco se describió que el estrés agudo produce hiperactivación de terminales nerviosas simpáticas ocasionando la depleción de células madres melanocíticas e influyendo en el encanecimiento del pelo.6 Sin embargo, en una revisión de la bibliografía publicada por Nahm y su grupo en 2019, en la que se evaluaron 196 reportes de caso, tan solo 22 se asociaron con alopecia areata difusa, estos autores destacaron la teoría alterna de inclusión de burbujas de aire en los tallos pilosos sin una propia disminución o destrucción del pigmento, mecanismo evidenciado histológicamente en 16 de los reportes evaluados.4

François Flameng (1856-1923), hijo de un reconocido grabador, fue un exitoso pintor francés durante el último cuarto del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX. Recibió educación de primera clase. Inicialmente fue reconocido por su trabajo en pinturas históricas y retratos; después fue renombrado por sus pinturas sobre la primera Guerra Mundial. Sus obras decoraron edificios importantes, como la Soborna y la Ópera Cómica.

La decapitación fue adoptada en 1791 por la asamblea nacional, insistiendo en el valor educacional que tendría para el público. Propuesta en 1789 por Joseph-Ignace Guillotin, respetado médico, francmasón y diputado francés, la guillotina surgió como solución al problema de encontrar una manera de castigo uniforme. El uso de la guillotina continuó en Francia hasta el siglo XX, disminuyendo durante las décadas de 1960 y 1970. Solo ocho ejecuciones se registraron entre 1965 y la última en 1977. En septiembre de 1981, Francia prohibió la pena capital y abandonó el uso de la guillotina.7

En esta obra magistral, Flameng retrata el suplicio de la una vez reina de Francia mientras se dirige a su destino infausto elegido por su propio pueblo. El cambio es una constante en la historia de las naciones, propiciado en gran medida por revoluciones que han moldeado a los países hasta el día de hoy. Estas batallas, a menudo, cambian paradigmas contribuyendo a transformaciones culturales y sociales. La Revolución Francesa fue un hito en la historia ya que evidenció ante el mundo el poder inherente de la voluntad del pueblo.

Article Details

Section
Arte

References

Landes J. Women and the public sphere in the age of the French Revolution. Ithaca: Cornell Univ Press, 1996.

Castelot A. Queen of France, a Biography of Marie Antoinette. New York: Ishi Press International, 2009.

Barker N. “Let Them Eat Cake”: The Mythical Marie Antoinette and the French Revolution. The Historian 1993; 55 (4): 709-724.

Kelly E, Nahm M, Navarini A. Canities subita: A reappraisal of evidence based on 196 case reports published in the medical literature. Int J Trichology 2013; 5 (2): 63-68. doi: 10.4103/0974-7753.122959.

Asz-Sigall D, Ortega-Springall M, Smith-Pliego M, Rodríguez-Lobato E, Martinez-Velasco M, Arenas R, et al. White hair in alopecia areata: Clinical forms and proposed physiopathological mechanisms. J Am Acad Dermatol 2019. doi: 10.1016/j.jaad.2018.12.047.

Zhang B, Ma S, Rachmin I, He M, Baral P, Choi S, et al. Hyperactivation of sympathetic nerves drives depletion of melanocyte stem cells. Nature 2020; 577 (7792): 676-681.

Jones-Imhotep E. The unfailing machine: Mechanical arts, sentimental publics and the guillotine in revolutionary France. History of the Human Sciences 2017; 30 (4): 11-31. https://doi.org/10.1177%2F0952695117722716.