Leishmaniasis cutánea: alternativas terapéuticas

Contenido principal del artículo

Diego Fernando Uriarte Mayorga

Resumen

Señor Editor:

La leishmaniasis en una enfermedad parasitaria producida por un protozoario flagelado intracelular del género Leishmania y transmitida al hombre por la picadura del mosquito del género Lutzomia. Actualmente es un problema de salud pública y es endémica en América tropical y subtropical.1,2 El diagnóstico es clínico y se confirma mediante estudios complementarios (serología, estudio histopatológico, entre otros). El tratamiento está estandarizado en varios países bajo los ministerios de sanidad; sin embargo, ante la carencia de fármacos o cuando la enfermedad persiste pueden considerarse otras alternativas.

CASO CLÍNICO

Paciente masculino de 60 años de edad, procedente y originario de la ciudad de La Paz, Bolivia, sin datos de importancia. Acudió con un familiar quien refirió un cuadro clínico de aproximadamente seis meses de evolución, con herida en el antebrazo derecho, mismo que era asintomático, aunque refirió dolor en algunas ocasiones. A la exploración física se observó una dermatosis localizada a la extremidad superior derecha en la cara interna del antebrazo en el tercio distal, constituida por una placa de aspecto irregular eritemato-violácea con costras en el centro y la periferia, medía 2 x 1 cm aproximadamente, de bordes precisos y regulares (Figura 1). Ante la falta de recursos de salud en el país por temas de pandemia, se solicitó un estudio histopatológico ante la sospecha diagnóstica en la que se observó un patrón granulomatoso, infiltrado inflamatorio con numerosos polimorfonucleares, células gigantes multinucleadas, macrófagos y amastigotes escasos compatibles con leishmaniasis cutánea (Figura 2). Debido a la escasez de tratamiento con antimoniales otorgados por el Ministerio de sanidad en Bolivia, se optó por la siguiente alternativa: itraconazol 400 mg al día durante un mes y una dosis de mantenimiento de 200 mg al día durante 3 meses con alivio total del cuadro. Figura 3

DISCUSIÓN

La leishmaniasis cutánea es una infección parasitaria causada por protozoos que afecta anualmente a 0.7-1.2 millones de personas en el mundo.1,3 Se caracteriza por un amplio espectro clínico que incluye lesiones cutáneas localizadas únicas, múltiples y difusas. El control de esta enfermedad sigue siendo un problema grave, y existen pocas opciones terapéuticas, a menudo tóxicas. Algunas revisiones sistemáticas han intentado lograr un consenso sobre un tratamiento farmacológico óptimo. El antimonio pentavalente sistémico se ha mantenido como el tratamiento de primera línea contra la leishmaniasis durante décadas.2,3 Aunque este fármaco es la terapia patrón de referencia, no puede considerarse una opción satisfactoria porque requiere una dosis diaria de inyecciones durante 20 a 30 días, no puede administrarse a mujeres embarazadas y ha provocado efectos secundarios graves, como cardiotoxicidad e insuficiencia renal.2,4 En la actualidad el imiquimod tópico es un inmunomodulador que estimula las células inmunitarias y destruye los amastigotes.5 Asimismo, se necesitan mejores opciones terapéuticas. Entre otras alternativas se ha prescrito dapsona (diaminodifenilsulfona), criocirugía y azoles, principalmente el itraconazol con buena respuesta.6 Comunicamos un caso poco frecuente en un paciente que no pudo recibir la terapia convencional con antimoniales por temas de pandemia, se inició itraconazol con buena respuesta a los 4 meses de tratamiento; si bien los azoles aún no están estandarizados dentro de un protocolo terapéutico, se consideran una buena alternativa.


Detalles del artículo

Sección
Carta al Editor
Biografía del autor/a

Diego Fernando Uriarte Mayorga, Instituto Dermatológico de Jalisco Dr José Barba Rubio, Secretaria de Salud, Jalisco

Residente de Segundo año de dermatología