Sífilis. Una pintura que ilustra la denigración histórica de la mujer. Parte 1

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Pablo Campos Macías

Resumen

Pablo Campos-Macías

Profesor de la Facultad de Medicina de León, Universidad de Guanajuato. Dermatólogo, Hospital Aranda de la Parra, León, Guanajuato, México.

 

Dos pinturas, creaciones de Richard Tennant Cooper, elaboradas en 1912, son ilustraciones de la sífilis, enfermedad de transmisión sexual, imágenes que más allá de hacer referencia a un padecimiento, son la evidencia del injusto señalamiento, que través de la historia, en diferentes culturas y circunstancias, se ha hecho hacia la mujer como la causa más determinante de la diseminación de las, en su momento, llamadas enfermedades venéreas.

El personaje central de la primera pintura titulada Sífilis es una servidora sexual, la cual se encuentra en una actitud provocativa sobre una cama que se ve coronada en la cabecera por dos ostentosas cortinas, las sábanas, más allá de los pies, permiten ver su cuerpo desnudo. Su cara inexpresiva, los labios con un color rojo carmesí y una acentuada capa de rubor en las regiones malares, los aretes, muy evidentes, de color rojo penden de las orejas, el pelo mostrando una gran cantidad de broches de varios colores, su mirada fija en el último cliente que se aleja. Tennant personifica en la prostituta la presencia misma de la muerte, la cual se encuentra en forma figurada a su lado, portando un camisón color negro. En el cuadrante superior izquierdo se observa cómo la reciente víctima, abandona, aún desnuda, la estancia, es consciente que el precio que ha pagado por el efímero goce de los placeres de Venus ha sido muy alto. Se aloja ya en su cuerpo el mal, la sífilis, que lo acompañará el resto de su vida, cubre con su antebrazo su cara, evidenciando su profunda aflicción. Al fondo la presencia de una gran legión de víctimas desnudas, algunas cubriendo su rostro con sus manos, en su mayoría adultos, algunos menores de edad, evidencia de que en ellos se manifiesta el comportamiento indebido de sus padres. Figura 1

Una pintura que, sin mostrar evidencia de lesiones clínicas de la enfermedad, es un testimonio de la mujer como origen y promotora de la infección de transmisión sexual.

Tennant pudo haber colocado su caballete en variados escenarios de diferentes épocas, distintos lugares y plasmar en el lienzo la imagen que estaba visualizando, al acabarla observaríamos la misma imagen a la que nos estamos refiriendo.

El pasado reciente nos da un testimonio de ello, durante las dos guerras mundiales que acontecieron en el siglo XX, las infecciones de transmisión sexual devastaron a los ejércitos en pugna. Raymond A Vonderlehr publicó el 6 de agosto de 1942 en The New England Journal of Medicine, una de las revistas médicas más reconocidas y de mayor de tiraje, un artículo titulado “The impact of the war on the venereal disease problem”, en el que señala: “A través de la historia la sífilis y la gonorrea han destruido la eficacia de las fuerzas armadas. Durante la primera Guerra Mundial 6,800,000 hombres-día se perdieron en la armada de Estados Unidos a causa de las enfermedades venéreas, equivalente a la ausencia a servicio por un año de 19,000 hombres. Actualmente, el número de nuevas infecciones por transmisión sexual en la armada exceden por 100,000 el número de heridos en batalla. Aún más, en la armada y la marina se han perdido 687,000 días a causa de las enfermedades venéreas”.

La explicación es muy sencilla, miles de soldados permanecieron por años en los campos de batalla de Europa, hombres que a cada población que llegaban buscaban la manera de satisfacer sus necesidades sexuales. La merma que las enfermedades transmisibles causaron fue determinante para que los altos mandos promocionaran campañas masivas para tratar de evitarlas. A cada soldado se le daba semanalmente una proporción considerable de preservativos con el objetivo de no contagiarse, mas no de evitar que contagiaran a sus fortuitas parejas. Cartelones eran promocionados en los campamentos y en los poblados, en todos, la imagen de mujeres satanizadas como las causantes de los males. La ausencia de reflexión a considerarlas víctimas de una situación social y bélica, con soldados libres de culpa de haber diseminado los microorganismos por cada uno de los prostíbulos a los que llegaban, caracterizaba los cartelones. Figuras 2 a 7

 

Sabemos que los factores que perpetúan la transmisión y el comportamiento epidemiológico de las infecciones de transmisión sexual dependen tanto de las características conductuales y biológicas de poblaciones humanas, como de las características biológicas de los agentes específicos de cada enfermedad.

Indudablemente que la conducta y el comportamiento generado en los episodios bélicos, la mayor libertad sexual en el decenio de 1970, favorecida por el advenimiento de los anticonceptivos y antimicrobianos para combatir las infecciones de transmisión sexual, así como una sociedad manejada por medios de comunicación con contenidos altamente eróticos, se ven reflejados en un incremento en la incidencia. Sin embargo, este incremento se acompañó de una mayor conciencia de que en los padecimientos de tipo sexual se ven implicados hombres y mujeres, los cuales comparten responsabilidades similares.

 

Existe una gran deuda histórica, difícil de saldar, al trato injusto que se ha dado en el señalamiento del sexo femenino como causante de infecciones de transmisión sexual, sin considerar que, en muchas ocasiones, no todas, son víctimas del sexo opuesto.

Richard Tennant Cooper nació en el Condado de Kent en Inglaterra en 1885, desarrolló buena parte de su vida artística en París. A su regreso a Inglaterra creó una serie de pinturas sobre enfermedades, entre otras, los dos referentes a la sífilis, que se encuentran en la Galería de la Wellcome Library en Londres. Falleció en 1957.

La segunda pintura se analizará en el siguiente número.

BIBLIOGRAFÍA

1. Olahgüe G. Historia de las enfermedades de trasmisión sexual. En: Carreras A, Martínez I, Nájera R, et al. Historia, Medicina y Ciencia en tiempo de … Epidemias. Fundación de Ciencias de la Salud. Madrid: Ergon, 2010, 89-121.

2. Vonderllehrt R. The impact of the war on the venereal disease problem. N Engl J Med 1942; 227 (6): 203-205. doi. 10.1056/NEJM194208062270601.


 

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Arte